SOLDADITO ESPAÑOL, SOLDADITO VALIENTE - Hebrero y Asociados
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SOLDADITO ESPAÑOL, SOLDADITO VALIENTE

Apoyo a los soldados para la reforma de la Ley que les obliga a salir a los 45 años

28 Abr SOLDADITO ESPAÑOL, SOLDADITO VALIENTE

Numerosas noticias aparecen diariamente en los medios, dibujando una situación dantesca como resultado de la pandemia que azota nuestra sociedad, y unas aún más lúgubres esperanzas del horizonte que se avecina.

Desde los primeros momentos en que estalló la crisis sanitaria que hoy monopoliza nuestro interés y recursos, tanto la sociedad como los gobernantes dirigieron su atención, entre otros, hacia las Fuerzas Armadas, en busca de una ayuda y un apoyo que, posteriormente, se ha estimado imprescindible.

Nuestros militares se hallan más acostumbrados que la mayoría de nosotros a actuar en situaciones de riesgo o bajo condiciones de estrés insoportables, prueba de ello son las incontables misiones desplegadas en el exterior, cuyo reconocimiento y alabanzas internacionales son unánimes y merecidos. Si bien la presente crisis sanitaria nos ha dado la oportunidad de percibir – y valorar en su justa medida – la actuación extraordinariamente profesional de nuestras Fuerzas Armadas; se acudió a ellos en un momento de máxima tensión y necesidad, y su respuesta ha sido intachable.

Un repaso rápido a las incesantes noticias que dan testimonio de la actuación de nuestros militares en el marco de la ‘Operación Balmis’ nos da una somera idea de la polivalencia, preparación y cualificación técnica de nuestras Fuerzas Armadas. Han desarrollado toda clase de labores y actuaciones, y ello con la mayor de los cuidados, eficiencia e implicación. Desde cuestiones logísticas, como el traslado internacional de más de 70 toneladas de material sanitario por parte del Ejército del Aire, o su reparto a nivel nacional; o la asistencia en el montaje de hospitales de campaña, repatriación y evacuación de enfermos por parte de la UMAER o labores menos gratas como la gestión de los fallecidos ante el colapso de las infraestructuras funerarias. Labores de orden público, seguridad y vigilancia de infraestructuras críticas como centrales nucleares o el AVE, o desinfección de instalaciones médicas o geriátricas entre otras. Y por supuesto asistencia médica y sanitaria, aportando hospitales, medios materiales y logísticos, y el personal médico-militar para hacer frente a una situación sanitaria desconocida en nuestra era.

Y todas estas – y muchas otras actuaciones – han sido cumplidas por nuestros militares con presteza, eficacia y profesionalidad. Desde el estallido de la crisis nuestras Fuerzas Armadas se hallan en la vanguardia de nuestra respuesta al virus, aún con el riesgo personal que ello supone, habiendo adoptado la UME un papel protagonista que la sociedad aplaude a cada ocasión que surge. Muchas son las dificultades organizativas, administrativas, logísticas o de preparación que una movilización como la presente plantea, en muchos casos agravadas por la escasez o inadecuación de medios o recursos, u otros obstáculos para su cumplimiento. Si bien nada de lo anterior ha supuesto una excusa a nuestros militares, para enfrentar cada día la peor de las pandemias que nuestra sociedad ha experimentado. En momentos de escasez, dificultad, penurias, con jornadas interminables y presenciando escenas inenarrables, nuestros militares han seguido desempeñando sus servicios, y lo han hecho sin que pueda reprocharse circunstancia alguna, e incluso mucho más allá de los medios y capacidades a su alcance.

Muchos de los hombres y mujeres hoy desplegados a lo largo y ancho del país, son militares con compromisos temporales, que se juegan la vida ante el ‘enemigo invisible’ con la incertidumbre de si el día de mañana, alcanzada la edad de 45 años, la sociedad española les dará la espalda y dejará ante un futuro laboral y personal incierto, y ello por una Ley (Ley 8/2006 de Tropa y Marinería) que a pesar de los reiterados intentos por parte de nuestros militares, y las continuas promesas por parte de los sucesivos Gobiernos, sigue vigente y considerando a los mayores de 45 años inaptos para servir en las Fuerzas Armadas; a pesar de que la realidad lo desmiente y nuestros soldados pelean porque se modifique este requisito de edad incomprensible e inconstitucional, el Gobierno opta por el silencio como respuesta. Del mismo modo que hoy dan la vida por todos los españoles, merecen que la sociedad responda a sus – legítimas – peticiones, entre las cuales se encuentra la eliminación de los 45 años como umbral de renovación de los compromisos, obstáculo injustificado y que a la luz de situaciones como la actual, se revela aún más fútil. La Tropa y Marinería Española no ha dudado en anteponer la vida y salud de los demás a la suya propia, y aún el día de mañana se verán abocados a buscarse la vida en un entorno laboral que les es desconocido, sin más amparo que sus credenciales como militar, pues gran parte de las titulaciones no son reconocidas en su posterior vida laboral-civil. No perdamos la oportunidad de recompensar a nuestros militares como merecen, pues ellos no han dudado un segundo en defendernos a todos nosotros.

Escasean los motivos de alegría u orgullo estos días, si bien nuestras Fuerzas Armadas son una de las mejores razones para nuestra esperanza. Inmejorablemente consideradas de puertas afuera, nuestros militares seguramente no reciban los reconocimientos y consideración que merecen en su propia patria. Aun enfrentándose a desafíos que ponen a prueba sus capacidades, siempre responden sobresalientemente, y la sociedad española que ahora les reconoce y distingue, habrá de hacerlo cuando las circunstancias mejoren, y lo hagan en parte gracias a la labor de aquellos. No es el motivo por el que nuestros militares se alistan o prestan sus servicios, pues el servicio a España será siempre la única razón que los mueve, si bien resulta innegable que su encomiable actuación ha de merecer todas las alabanzas y distinciones, en iguales términos que otros servidores públicos como sanitarios, policías y personal de emergencias. No dejemos que la desmemoria nos arrebate la oportunidad de reconocer y recompensar a nuestros profesionales como merecen, pues ellos han demostrado estar a la altura, en la hora más oscura.

Apoyemos a los soldados de tropa y marinería pidiendo al Gobierno de España, al Congreso y  al Senado una reforma de la Ley para que estos militares no sean obligados a abandonar el ejército cuando cumplan los 45 años, por que con esa edad pueden todavía ser útiles.